Figura 1. Aptitudes |
En relación con el comportamiento del ser humano, cabe destacar la presencia de un concepto que marca la esencia de todos los seres vivos, el cual se llama imágenes memorizadas. Generalmente, el autor presenta este concepto como algo abstracto, pero lo define de la siguiente manera. Las imágenes memorizadas son aquellas que ayudan al ser vivo a evolucionar y obtener nuevos conocimientos a partir de hecho pasados que se hicieron mal. Ejemplo de ello es, si el ser humano toca el fuego y se quema, y más tarde ve otra vez el fuego, las imágenes memorizadas le ayudan a recordar que el acto de tocar el fuego le puede traer consecuencias negativas, por tanto, ya se ha adquirido un nuevo comportamiento el cual le ayuda a la hora de sobrevivir. Por lo tanto, los humanos seríamos criaturas skinnerianas, es decir, seres vivos que mejoran sus capacidades a través de la experiencia. Desde mi punto de vista esto es importante, por que así sabemos de donde sale toda la experiencia que adquirimos a lo largo de nuestra vida.
Figura 2. Criaturas skinnerianas |
Figura 3. Daniel Dennett |
ARTÍCULO
¿Hasta dónde llega la inteligencia de las abejas?
Una nueva investigación revela nuevas capacidades sensoriales que plantean el debate sobre la consciencia en animales con cerebros tan diminutos
“Nuestro hallazgo es importante para hacer frente a la visión aún generalizada de que las abejas y otros insectos son simples máquinas ingeniosamente diseñadas para responder ante ciertos estímulos”, asegura Lars Chittka, especialista en el comportamiento de estos insectos. Sus capacidades van más allá de sentirse atraídas al ver unas flores azules o volverse agresivas frente a un oso que asoma por su colmena. Y los experimentos que acaba de hacer públicos demuestran que sus diminutos cerebros “contienen circuitos neuronales altamente complejos”, según Chittka, catedrático de la Universidad Queen Mary de Londres. El cerebro de la abeja tiene un millón de neuronas frente a los más de ochenta mil millones del de los humanos, pero cada nueva investigación sobre sus capacidades cognitivas obliga a repreguntarse cuál es el límite de la inteligencia en la familia de las abejas.
En este estudio, pusieron a más de cuarenta abejorros ante un reto que solo han superado algunos de los animales más inteligentes del planeta, como simios y delfines. Adiestraron a un grupo de abejorros para que diferenciaran a oscuras unas pequeñas formas: unas esferas y unos cubos, que contienen en su interior un premio dulce y un disgusto amargo, respectivamente, al que acceden por un agujero en su parte superior. Luego, los dejaban buscar ese mismo premio dulce en una habitación iluminada, pero esta vez no podían tocar ni posarse libremente sobre estas formas esféricas y cúbicas; solo podían verlas a través de un cristal. Y acertaban a la hora de dar con su objetivo. Es decir, que en su cerebro cruzaron la información sobre las hechuras redondeadas del objeto que notaron en sus patas y la unieron a la información visual sobre su aspecto de bola. Y eligieron con acierto. Los abejorros realizaron con éxito el mismo experimento, pero al revés: primero ver sin tocar y después tocar a oscuras. Un logro cognitivo hasta ahora impensable para insectos.
Chittka explica que hace tiempo que se sabía que las abejas pueden reconocer imágenes —incluso las complejas como los rostros humanos— y que pueden sentir y reconocer estructuras. "Sin embargo, esto no significaba que tengan pequeñas imágenes virtuales de tales objetos flotando en su cabeza, que realmente puedan imaginar objetos", afirma. Mientras se descubre el mecanismo cerebral que les permite esa sofisticación mental, este descubrimiento es una nueva medalla que añadir al palmarés intelectual de la familia de las abejas. Karl von Frisch recibió en 1973 el premio Nobel de Fisiología por sus hallazgos sobre la danza de la abeja, esas vibraciones y movimientos complejos que usan para comunicarse entre ellas, un lenguaje simbólico que permite señalar ubicaciones precisas.
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